CUANDO LA VERDAD NO SIRVE (JOHN D. FITZGERALD)

  • AUTOR:

    .

    .

    .

    .

    .

    Si no es usted capaz de mentir exageradamente es poco probable que sea capaz de escribir ficciones. Según me parece, fue Shakespeare quien dijo que la intriga no es más que una mentira. Ya los juglares descubrieron que si no mentían y exageraban se morían de hambre; fue así como un animal salvaje que mató a una oveja en una provincia lejana se convirtió en un dragón que devoró diez hombres, varias mujeres y niños.
    Dado que el noventa y nueve por ciento de los relatos publicados son sobre conflictos, lo más importante que debe aprender un narrador joven que quiera aprender a escribir este tipo de relatos es cómo hilvanar una intriga de conflicto. El diccionario nos dice que un conflicto es “una situación o un detalle de un personaje que viene a enredar la intriga central.” No queremos discutir con el Diccionario; para nuestros propósitos cuando use la palabra conflicto será más fácil si piensan en ella como un problema o una crisis, o ambas cosas, que el personaje atraviesa en algún relato. He aquí mi definición: Un relato de conflicto es la presentación de, y la solución a, un enredo en la vida de uno o más personajes de una obra de ficción, vida que debe ser mucho más interesante que la real, y al mismo tiempo creíble para el lector.
    Todos los días se le presentan a usted pequeños conflictos. Quema las tostadas, pierde el ómnibus y llega tarde al trabajo, trata de telefonear a su amiga y la línea está ocupada, su hijo no quiere comer, el vecino del piso de arriba tiene una jarana y no lo deja dormir, su suegra le cae en una visita inesperada.
    Pero si usa estas complicaciones en un cuento, ¿a quién le interesará? Por eso digo que un conflicto y su solución deben ser interesantes, más que la vida real. Usted exagere y mienta sobre los conflictos, hasta volverlos más interesantes que la vida real.
    Recuerde siempre que mientras más mienta y exagere, más interesante su relato se volverá; mientras más interesante el conflicto, mejor será el relato.
    Tomemos entonces el último de aquellos pequeños conflictos, el de la suegra que cae de visita y provoca una situación enojosa y usémoslo como intriga para un cuento, pero exagerando y mintiendo. Le daremos a usted un nombre: Bill Sheldom; una esposa que se llamará Diana, y un hijo de doce años que se llame Paul.
    Conflicto menor: la suegra de Bill Sheldom viene de visita.
    Bueno, con esto no puede escribir usted ningún cuento, porque es algo que les sucede a todos a menudo. Pero puede mentir para complicar las cosas.
     
    Mentira Nº 1: Después de la muerte de su esposo, la suegra de Bill Sheldom se viene a vivir con él, su esposa Diana y su hijo Paul. Esto empeora el conflicto, pero no es muy interesante para el lector. Un montón de suegras viven con sus hijos casados. Vamos a decir entonces todas las mentiras que se nos ocurran para complicar las cosas y hacerlas más interesantes que la vida real.
     
    Mentira Nº 2: A su suegra Bill nunca le gustó, y no le perdona haberse casado con Diana. Le hubiera gustado que su hija se casara con Harold Carter. ¿Quién es Harold Carter? No sé. Sobre la marcha el nombre se me vino a la cabeza. Quienquiera que sea, dejemos que se enrede la intriga.
     
    Mentira Nº 3: Harold Carter es el gerente de la empresa en que trabaja Bill como empleado del Departamento de Ventas. Esta mentira sí que complicará las cosas, pues el pobre y viejo Bill tiene por jefe al mismo que fue su rival con Diana.
     
    Mentira Nº 4: La suegra le hace la vida imposible a Bill molestándolo con Carter y su excelente situación económica y social. Esta es una verdadera complicación. El pobre Bill con un jefe que lo mandonea todo el día en el trabajo y una suegra que le hace la vida miserable en casa.
    Hay cuatro peligros que evitar cuando se arma una intriga de conflicto:
     
    Conflictos muy parecidos a los de la vida real.
    Si nos parásemos en la mentira número cuatro de nuestro plan de intriga estaríamos haciendo justamente eso. Hay muchos a quienes no les gusta su trabajo, o sus jefes. Hay también un montón de personas que tiene que soportar a sus suegras en la vida cotidiana.
     
    Conflictos que se resuelven demasiado fácilmente.
    Si hemos hecho que Bill le diga a su esposa que se va la suegra o sino él se irá, y si Diana está de acuerdo en que su madre se vaya a un departamento, el conflicto se resolvería demasiado fácilmente. Los lectores quieren que el protagonista pase un mal rato tratando de resolver sus conflictos, y mientras más difícil le sea resolverlas más les gustará el cuento.
     
    Inventar conflictos y dejar luego que alguno de los personajes los resuelva por el protagonista.
    Si hemos hecho que la suegra conozca a un viudo en las reuniones de la parroquia y se enamore de él, y una mañana para felicidad de Bill venga a decirle que se va a casar con el viudo, esto resolvería sin duda los problemas de Bill; pero ningún editor publicaría el cuento. Los lectores quieren que el protagonista enfrente y resuelva sus propios problemas.
     
    Tejer conflictos, y después dejar que la providencia, la buena suerte o el azar los resuelvan.
     
    Si hacemos que la suegra amargada cuando sale de compras sea atropellada por un camión y muera, se resolverían los problemas de Bill, pero no hay editor que se interese en un relato así. Este es un error que a menudo aparece en los Talleres de Narración. Los escritores jóvenes idean conflictos y después cuando no pueden resolverlos dejan a la providencia o la buena suerte o a las coincidencias para que resuelvan todo por ellos.
    Regresemos a la historia de Bill. Nuestro personaje es un tipo agradable al que tenemos que volver tan amargado que le diga a su esposa que la mamá tiene que irse o será él quien se largue. Use al hijo, a Paul, como estilete. Paul ha estado oyendo a su abuela despotricar sobre cuán mejor es Harold Carter que su padre, económica y socialmente. Ahora sí estamos listos para la mentira número cinco en nuestra intriga de conflictos.
    Mentira Nº 5: Bill se da cuenta que la actitud de su hijo para con él ha cambiado desde que llegó su suegra. Paul, que era antes un hijo amoroso y obediente ahora se ha vuelto irrespetuoso y a veces parece que tuviera vergüenza de su padre. Cree usted una situación para demostrar esto, que Bill descubra que la suegra es la que está envenenando la mente de Paul y poniéndolo contra su padre. Esto es más de lo que un tipo agradable como Bill puede aguantar. Ahora le presentará el ultimátum a Diana: Se va su madre o se va él.
    Hemos complicado tanto la intriga que algo importante tiene que pasar. Si el conflicto no se resuelve el matrimonio acabará en divorcio y al lector, que simpatiza con Bill, no le gustaría que eso suceda. Pero algo importante en juego no hace por si solo muy popular a un relato, a menos que la solución salga del conflicto mismo.
    Por ejemplo:
    Si dejamos que la suegra conozca al viudo y se case con él nos estamos saliendo de la complicación para resolverla.
    Si dejamos que un camión mate a la suegra nos salimos igualmente del conflicto para resolverlo.
    Si la llevamos a vivir a un departamento sola, el conflicto se ha resulto muy fácilmente.
    Siempre que llegue usted al punto en que no puede encontrar la solución dentro del propio conflicto, hay una sola manera de hacer interesante la historia: complique todavía más las cosas, y siga haciéndolo hasta que la solución aparezca ante usted.
    Uno de los modos más frecuentes para hacer que el conflicto o complicación sea peor es el que llamo descubrimiento y cambio.
    Descubrimiento y cambio es dejar que el personaje descubra algo que no sabía o no advirtió antes, y el resultado será que cambia de modo de pensar. Apliquemos esta idea para hacer aun peor la complicación en la historia de Bill.
    Mentira Nº 6: Después que Bill descubre que su suegra ha envenenado la mente de Paul, en vez de perdonar le presenta el ultimátum a Diana: “ella o yo”.
    Mentira Nº 7: Aunque de mala gana, Diana está de acuerdo en que su madre tiene que irse a vivir a un departamento propio. Pero, cuando lo dice a su madre ésta en un arranque de autocompación le responde que no lo hará, si su propia hija no quiere ya vivir con ella se irá a una casa de caridad. Diana se da cuenta que no puede dejar que su madre vaya a una casa de caridad, entonces cambia de modo de pensar y le suplica a Bill que permita que su madre se quede.
    Ahora Bill está obligado a tomar una decisión que lleve a una salida. Si decide soportar a su suegra por el resto de su vida, el conflicto quedará irresuelto. Por lo tanto, Bill tiene que disidir que se va de la casa, deja su trabajo, se va a otra ciudad y deja a Diana para que inicie el divorcio. Cree que ha perdido el cariño y el respeto de su hijo, y que con el tiempo la madre logrará que Diana lamente no haberse casado con Carter. La decisión de Bill deberá apuntar a la solución del conflicto.
    El doble espacio muestra que no puedo dar una solución. Sé que ésta tiene que estar por aquí, pues no es posible que la situación esté peor. Esperen un momento. Ahí viene. Si no fuera por Harold Carter no habría conflicto. De algún modo Carter tiene que ser el agente que Bill use para resolver la complicación. ¿Qué sabemos de Carter? Que es el jefe de Bill. Este dato del personaje Carter tiene que ser la solución.
    Mentira Nº 8: La única satisfacción que le queda a Bill es poder decirle a Harold Carter lo que piensa de él. Bill nunca contó en casa los problemas de la oficina, y de pronto se le ocurre que su suegra y Diana creen que Carter es una especie de pequeño Dios para sus empleados. Bill sabe que todos en la empresa odian a Carter porque siempre está maltratándolos. Bill no estuvo nunca de acuerdo con que se regañe y amenace a los empleados con el despido. De modo que empieza a pensar que quizá en casa se conduce Carter igual. La única vez que se encontró con la esposa de su jefe le pareció una mujer tímida, miedosa de hablar. Este descubrimiento de Bill -que Carter puede ser igual de mandón con su familia- lo lleva a cambiar de idea sobre irse de casa. Ve una última y desesperada oportunidad de resolver el conflicto, e invita a Carter y su familia a cenar un día. Deduce correctamente que Carter no desperdiciará la ocasión de demostrarle a Diana el error que cometió al no casarse con él.
    Esto nos lleva al último paso de la intriga, que se escribe por sí solo.
    Mentira Nº 9: Carter acepta la invitación y lleva con él a su esposa y su hijo un año mayor que Paul. La deducción de Bill resulta acertada. Carter es tan mandón con su esposa y su hijo como lo es con los empleados. Su esposa resulta una mujer tímida, que tiene miedo de abrir la boca; cuando le preguntan algo Carter responde por ella. Carter también es dominante con su hijo, le dice que se siente derecho en la silla y lo grita porque accidentalmente echa un vaso. Cuando se van los Carter, la suegra cambia de manera de pensar respecto a Bill, porque descubre la clase de hombre que es Carter. Le pide disculpas a Bill, le pide que olvide todo. Paul también cambia de opinión respecto a su padre al notar cómo trata Carter a su hijo. Hay cariño y un renovado respeto en la voz de Paul cuando comenta el asunto con su padre. El conflicto se ha resuelto y la historia concluye.
    El resto es cosa de redondear la intriga de conflicto y ajustarla al esquema formal del cuento, inventar algunos intentos frustrados de Bill por resolver la situación; y ahí tenemos una intriga interesante.
    Ahora, volvamos a nuestra definición de cuento de conflicto y veremos que en efecto se ha creado un conflicto más interesante que los de la vida real; pero, ¿qué hay del resto de la definición?, ¿es una intriga verosímil para el lector?
    Si le queda la más leve duda sobre la necesidad de aprender a mentir y exagerar para escribir ficción, revisemos este conflicto objetivamente. Posiblemente en la vida real la madre de Diana mencione ocasionalmente a su hija que mejor se hubiera casado con Harold Carter, pero es altamente improbable que se lo diga a Bill, que es quien la mantiene. Sería incluso improbable que indisponga a Paul contra su padre. ¿Cómo se podría hacer creer al lector todo esto? Exagerando los rasgos del personaje. Para darle motivación a las circunstancias que producen el conflicto será necesario exagerar los rasgos de la madre ambiciosa que quiere que su hija se case por dinero y posición social. Cuando sus planes fallan y Diana se casa con Bill, es necesario exagerar los rasgos de la esposa que justificará a su madre y entrará en desacuerdos graves con su propio marido. Entonces le resultará verosímil al lector la actitud de la suegra.
    En la vida real es bastante improbable que Bill permita que su suegra lo saque de la casa y destruya su matrimonio; de modo que es necesario exagerar los rasgos que caracterizan a Bill: un hombre bueno, esforzado, que conoce sus propias limitaciones, que se considera afortunado de tener un trabajo aunque sea con un jefe insoportable, un hombre que ama tan entrañablemente a su esposa y su hijo que no está dispuesto a permitir los abusos de la suegra y toma la angustiosa decisión de abandonar la casa.
    En la vida diaria es extremadamente improbable que un hombre del status de Harold Carter acepte una invitación a cenar solo por vanagloriarse. ¿Por qué lo haría? Es muy consciente de que Diana ya sabe que es el jefe de Bill, y que está mucho mejor que él económica y socialmente. Será necesario exagerar los rasgos de Harold en cuanto a la vanidad, haciendo ver que nunca antes había tenido ocasión de mostrar su orgullo desde que Diana prefirió a Bill. Entonces resulta creíble para el lector que Carter acepte la invitación.
    Y es debido a que exageramos a los personajes que hemos predispuesto a los lectores a tragarse el anzuelo de la solución.
    Voy a concluir este artículo proponiéndole a usted como ejercicio un conflicto menor para empezar un relato; ya está en condiciones de empeorarlo a fin de convertirlo en la intriga de un cuento interesante.
    Una joven ama de casa entra a la cocina y sorprende a su hijo de ocho años sacando galletas de la caja.
    Mentira Nº 1: Una joven ama de casa entra en la sala de estar de su casa y coge a su hijo de ocho años robando dinero de su monedero.
    Sigan a partir de ahí.
    John D. Fitzgerald, escritor norteamericano de relatos publicó este ensayo en 1960, luego el texto fue antologado como parte del Handbook of Short Story Writing, Vol I, en 1994.

     

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad