Sí, yo ser Dinka Matijas, sobrina del autor. No, no ser de aquí. No venir de Bulgaria. No de Rumania. No de Croacia. No Eslovenia, no Montenegro, no Yugoslavia. Venir de Serbia. Vojvodina, en Serbia. Cuando guerra en Rumania, familia ir Yugoslavia, vivir en Sarajevo, bonita ciudad. Cuando guerra en Yugoslavia, familia ir primero Bulgaria, después Eslovenia. Muchos emigrar. Guerras despedazan familias, personas, corazones. Al final, en los 90, escribir tío argentino, decirle: Tío, busque a su sobrina Dinka Matijas, artista también, bailarina, conoce nueve idiomas, todos de Balcanes. Canta en ruso tradición popular: Kalinka, Ojos Negros, La balada de Stenka Razin, No dejan a Masha ir hacia arroyo; y otras folklóricas de Ucrania como Los hermanos o La noche. También canta La estepa alrededor, que hizo famosa la cantante Nadezhda Oboukhova. Dinka Matijas canta en español mucho poco, pero canta. Tío de América pedir fotografía, yo mandar. Tío de América preguntar si ser soltera yo decir sí. Venga, sobrina a la Argentina y casése. Sí. Yo dejé novio allá. Emir quedó corazón partido, pero no se puede vivir solo de amor; se necesita pan, vino, agua potable. Miel. Aceituna, queso fresco. Salchichón. Yo ser mujer, necesitar aparte vestido rojo, zapatos de taco, echarpe de gasa para proteger cuerdas vocales. Jabón oloroso, perfume fragancia rosa, media de nylón. Alguna bijou, un pendiente, una anillo. La mujer que lleva vida pobre, se mustia. La vida de mujer debe ser como una flor: clara, oscura: el pétalo de una rosa: fuerte, ligera, profunda, efímera, inolvidable, encendida. La vida de mujer es como galleta pequeña: así tan sabrosa, tan perfumada: un mordisco, dos mordiscos, se terminó la galleta. La miseria arruina el pensamiento, las ideas no corren por falta de alimento bueno, la papa sola no basta, la papa de Rusia es puro almidón y agua, no se puede comer. El nabo crece mejor, más gordo, pero el nabo harta el paladar y agota las mandíbulas. Las ideas no corren en la Rusia y la ilusión tampoco, y mujer sin ilusión ¿qué es? Una muñeca rota. Yo no ser rota, yo venir a la Argentina, casarme con mi tío en el secreto. Allá no se puede; allá están locos. Allá no alcanza la plata; aquí se aprovechan Allá no hay esperanza, mucho tristeza.
Tío de América persona rara; todo el día la cabeza metida en oscuridades, no piensa en hacer la plata. Vida de bohemia. En la Rusia, la vida de bohemia no existe, aquí es permitida. Hay bohemio flaco, bohemio gordo. En mi país proverbio dice: El flaco se asusta cuando el gordo adelgaza. Aquí tío pasa la tarde en cafetín y después otro cafetín, y escribe, escribe. Comedia, tragedia, pantomima, artículo para periódico de afuera, para periódico de adentro. A veces, vienen periodistas, lo entrevistan, tío de América, marido ahora, mucho contento. ¡Sirve aguardiente, Dinka!, grita. Yo sirvo, vaso de cristal minúculo color verde, flor de lis grabada. Una flor de lis por vaso, periodista se bebe el aguardiente hasta la raíz de la flor de lis. Periodistas personas muy sedientas. Beben, beben, postulan a marido mío para premio de teatro, puesto conservatorio de teatro, cátedra honor sin causa, prometen publicar artículo, editar obras, llevar obras a comisión de lectura de teatros importantes, a actrices internacionales. Yo ser actriz, digo, ninguno me oye. Periodista argentino mira escote siempre; periodista uruguayo mira nalga. Muestro rodilla, rodilla no gusta. Periodista español mira rostro, ojo, boca: el europeo es otra cosa, más humano es, lo advertía ya madrecita que quedó en las montañas de Kosovo y creía en todos las presagios posibles, adivinaciones, sueños, encantamientos, el fin del mundo, el diablo, tenía miedo de ratas, lechuzas, murciélagos, cucarachas, mal de ojo, las tormentas eléctricas con rayos, los remolinos durante las tormentas de viento, los hombres muy morochos, los que nacieron 29 de junia, día San Pablo y San Pedro, y 30 de abril en noche de Santa Walpurgys; miedo de las corrientes de aire, el agua helada, los desmayos, la muerte súbita, las patadas de los caballos, el rábano con mucha sal, el bacalao del norte, los espejos rotos, las tazas con manijas cachadas. No lee, no escribe la madrecita, no habla por teléfono. Yo tener nostalgia pero también tenerla cuando estaba en Podgorica, Belgrado, Pristina, Zagreb. Nostalgia forma parte de Dinka Matijas como pétalo blanco margarita forma parte de margarita. Dinka Matijas no morir de nostalgia; promesa del diablo no cumplirse; Dinka Matijas bebe cuatro tragos de vodka, no piensa en madrecita, no piensa más en novio Emir. Yo querer quedarme en la casa, como toda persona, como toda chiquilla. Antes, la casa era allá, la madrecita. Ahora ya no sé cuál es la casa.
“Habrá guerra”, dijo abuelo: murió justo antes de que empezara. Otros dijeron lo que hubiera también él dicho: “Tito somos todos”. Pero al despertarse cada mañana, después de la guerra, todos no éramos Tito. Éramos nosotros, era el pueblo, solo.
Pueblos de estudiosos los Balcanes. Impacientes por empezar a ‘estudiar’, los croatas se pusieron a matar serbios, los serbios a matar croatas, los croatas a matar bosnios, los serbios a matar bosnios, los bosnios a matar serbios, los bosnios a matar croatas, croatas y serbios a matar bosnios, bosnios y serbios a matar croatas, bosnios y croatas a matar serbios… Todos gritando, igual que hace cincuenta años: “¡Ellos empezaron primero!”.
En lo que se conocía como Yugoslavia, millones de personas huyen del hogar, somos refugiados. Mueren cientos, mueren miles.
Mientras tanto, yo y otros como yo fuimos creciendo.
La palabra Balkan viene de dos palabras turcas que significan ‘miel’ y ‘sangre’. Dinka vivió en tiempos de miel y crece en tiempos de sangre.
Dinka pisar Francia una vez, compañía bailarinas rusas, ballet. Dinka coser tutú bailarinas, no encontrar marido francés, no huir del hotel, no pedir asilo a Embajada, de Francia la echan; Dinka regresar Yugoslavia. ¡Dinka solo tener un solo maldito tío de América, en la Argentina, al sur!
“Lo que más se echa de menos es oír llorar a bebé en nuestro pueblo”, decía la amiga Inga, que decía anciana serbia que volvió a su pueblo en Croacia, después de vivir en campo de refugiados en Serbia.
Marido mío buena persona. Mal comerciante. Mal carácter, eso sí. Mal amante. Marido mío comilón de carne y guiso de maíz. Pastel pequeño de carne crujiente. Yo preparo baklava en lo oscuro; aprendido de pastelero turco de Gora, Kosovo. Pelivan, se llamaba él. Simpático Pelivan.
Marido mío no hace el amor: duele la espalda tanta hora que pasa escribiendo la espalda inclinada. Marido no vigila esposa, espíritu abierto, no tiene celo. Marido casarse en secreto por capricho, por hacer novela. Yo poner pantufla al marido, arreglar la casa, la cama; yo cocinar; yo sonreír.
A Dinka Matijas la mira verdulero, carnicero, zapatero. La mira en la feria el repartidor, el señor del taxi. Todos miran a Dinka Matijas y ella mira a todos porque no es estúpida. Qué mal hace una mirada de amor, una ilusión de amor. Dinka Matijas pasa noche acostada al lado de marido helado, a veces ronca a veces no ronca. Cuando ronca, Dinka Matijas ponerse algodón en los oídos y rezar. Primero muy bajo:
-Virgen de Vladimir, hazme volver, hazme regresar…
Marido mío ronca fuerte, Dinka Matijas reza a la Virgen bien fuerte:
-¡Virgen de Vladimir, déjame volver!
No sé por qué me pasa lo que me pasa.
A lo mejor sea mi niñez.
A lo mejor sea la vejez.
Dinka Matijas saca entonces de abajo de cama de matrimonio, caja de zapatos con sandalia blanca que marido regaló para casarse. Las sandalias son bonitas, las calza. Dinka se acuesta con cabeza apoyada sobre caja. Dinka se duerme en el suelo; marido mío quién sabe qué sueña.
Pero Dinka no sueña: Dinka no sueña.